“Atravesar un territorio, abrir un sendero, reconocer un lugar, comprender valores simbólicos, inventar una geografía, recorrer un mapa, percibir sonidos, guiarse por los olores, acceder a un continente, encontrar un archipiélago, albergar una aventura, medir una descarga, captar otros lugares, construir relaciones, saltar un muro, indagar un recinto, dejarse llevar por un instinto, abandonar un andén, no dejar huellas”.
Francesco Careri, arquitecto italiano.
En primer término; comento que la ciudad es una sumatoria de capas sistémicas donde todas y cada una de ellas es dependiente de la relación que establezca con la otra. Pensemos, por ejemplo, ¿se pueden entender los ejes de flujos peatonales sin considerar las actividades comerciales intrínsecas de aquellos? ó ¿los lugares de intercambio cultural de una ciudad acaso no se relacionan directamente con los espacios públicos de la ciudad?. Es decir; existen relaciones complejas entre los sistema de recorridos y sistema de actividades de la ciudad así como existen relaciones complejas entre los sistema de actividades y los sistemas de organización espacial de los lugares públicos de la misma ciudad.
En segundo término; comento que una intervención urbana siempre debe tener una matriz clara y un objetivo legible para todos. Por eso es urbana: implica a la ciudad en sus parcialidades y su conjunto simultáneamente. La ciudad en sí misma es un conjunto de relaciones tanto espaciales (lugares) como programáticas (usos) que sus habitantes viven en cada momento.
Por lo tanto; intervenir el espacio público de buena manera, bajo mi punto de vista, es el encargo más duro que le puede tocar desarrollar a un arquitecto; pues las variables a considerar son numerosas; variadas y complejas: el desafío es integrar el entendimiento de los sistemas implicados con una propuesta urbana clara.
La claridad a la hora de imaginar cambios y rumbos nuevos para un determinado lugar de la ciudad es lo que en arquitectura algunos llaman “intención urbana”. Otros; más arraigados a un pensamiento ligado a la escuela de Alberto Cruz y la poética del Taller Amereida; llaman “propuesta urbana basada en el genio del lugar”.
Ese genio del lugar; en este caso; correspondería a los argumentos que están basados en una profunda observación del mismo lugar y que nos regala los elementos para entender y aceptar desde un paisaje (singularidad) a una ciudad (completitud). Soy del punto de vista que la observación en arquitectura es nuestra más grande amiga.
Si logramos “develar el lugar” lo podremos intervenir sin ningún problema. Y, en este sentido, si la intervención es drástica o es leve no es lo realmente importante. Lo que sí lo es; es que la intervención dialogue de un modo abierto y sincero con los usuarios reales, pues son ellos quienes vivirán la experiencia de una mejora o un retroceso urbano.
Todo lo anterior es para señalar que me hace pleno sentido la reflexión del colega Dante Baeriswyl; expuesta en los medios de prensa; sobre las obras de Avenida Colón. La “brutalidad” de la cual él habla tiene que ver con presenciar hoy en día una obra de arquitectura urbana en la cual no es posible reconocer un origen que esté ligado al lugar donde ésta se emplaza (el centro de la ciudad): se hace evidente la falta de relación entre un diseño, que parece tomado de una realidad ajena al lugar, y su entorno inmediato.
Esta conclusión viene dada desde quienes mejor conocen cómo funciona el centro de su ciudad. En este caso el “genio del lugar” fue develado hace mucho tiempo por los usuarios que diariamente habitan recorriendo el pequeño centro de Punta Arenas y; por ende; lo entienden.
Nota: constituye un acto de incoherencia y disociación de diseño en una obra si la sobrecalificacion teórica de su uso real está por encima a cómo ésta afecta una porción de la ciudad.
Fuente imagen: https://pixabay.com/photos/night-city-white-black-lights-2300576/